Estuvimos unos días de vacaciones a mediados de Agosto... los últimos años siempre hemos salido en las mismas fechas y no es que nos guste la época, pero es que no quedaba otra, porque donde trabajaba mi marido, era obligatorio que tres semanas fueran en el mes de Agosto.
Además siempre buscamos irnos justo cuando más ruido y jolgorio hay donde vivimos, porque de lo contrario, no podríamos descansar en casa; así que, casi en el último momento, cuando ya está claro las fechas del lío, buscamos apremiados y preocupados por si encontramos alguna cosilla libre... Pero hasta la fecha, siempre hemos tenido suerte.
Este año decidimos buscar por Granada, así además tendría la suerte de desvirtualizar a Odile. Por su zona no encontramos casas cueva que nos fueran bien (económicamente hablando), así que volví a preguntarle por doceava vez (por lo menos) a mi sobrina M. por el lugar donde habían estado y que les había gustado tanto. Una vez tuve de nuevo los datos, me puse en marcha para comprobar si estaba libre y si podía ser una alternativa.
Resultó ser que si, así que ya teníamos listo todo (a excepción de toooodo lo que habría que llevarse, claro) para nuestra pequeña escapada.
He tardado bastante en escribir esta entrada: la pausa de casi un mes que tuve y los líos del día a día. Pero además, he tenido que reponerme un poco de este viaje... Por ello, y para que no se haga la entrada demasiado larga, he decidido partirla y no hacerla sólo de una vez.
Salimos por la mañana más o menos bien de tiempo, pero con muchas cosas que tuvimos que preparar a última hora, no obstante, llegaríamos bien para la hora de la comida. Hice pasta que nos llevaríamos ya cocida y allí terminaríamos de preparar la ensalada de pasta que teníamos pensado comer (por unos motivos u otros, cuando viajamos, siempre llegamos a la hora de comer y siempre tenemos problemas para encontrar dónde, encontrándonos que no hay sitios o cocinas cerradas, etc.).
Viajar conmigo es un dolor de cabeza, lo reconozco y es que, si de normal soy muy meona (las cosas como son), cuando vamos a algún sitio parece que mi vejiga se empeña en llenarse antes... Y en la primera parada, que aprovecharíamos para que el peque almorzara, comenzó nuestro "accidentado viaje".
Paramos en Librilla, en una zona industrial (no recuerdo ahora como se llama) y como nos fuimos con nuestro perro Odín, bajamos todos del coche y nos fuimos a una mesa con sillas que había justo al lado de la entrada de la cafetería/restaurante y que estaba subiendo unas escaleras. Dejé las cosas (mochila, bolsa de porteo, etc.) para que el peque fuera almorzando y me dispuse a entrar para pedir unos cortados y para ir al aseo.
Cuando salí mi marido me preguntó si tenía el teléfono de Asoka (Asociación para la Defensa y Protección de los Animales) o similar para llamar y preguntar si tenían alguna "delegación" por la zona y me quedé muerta.... "¿por qué lo preguntas?" y entonces me señaló a su derecha, debajo de las escaleras..., había un perro al que, al parecer habían, atropellado....
Dioooooosssss, casi me da algo, miré y ví un perro negro, muy quieto y que de repente comenzó a llorar... mi marido me dijo que debía de tener una pata mal o algo así, porque iba más bien arrastrándose y se ponía a llorar y a gemir. Uffff, no podía soportarlo. Se me aceleró el corazón, de repente sólo veía al perro sufriendo. Bajé por las escaleras y dí la vuelta, me acerqué cautelosa y aquel pobre animal casi no se movía. La verdad es que me daba un poco de miedo, porque en situaciones de miedo, dolor, terror, no sabes cómo pueden reaccionar y harán lo que nunca harían de otra forma.
Me acerqué más, era de tamaño mediano, pero me daba la impresión de que podía ser un cachorro de algún tipo de raza grande. No alcanzaba a ver sus patas para hacerme más una idea; sin embargo, parecía tener todavía algo de la pelusa suave de un cachorro. Le llamé dulcemente y casi ni me miró, intentó moverse y se puso a gemir y a llorar. Mientras, mi hijo me observaba desde arriba y no paraba de preguntar y de decir que quería ir con mamá.
Volví al lado de mi marido y de mi hijo y nos pusimos en marcha con el teléfono: llamé a Asoka y sólo podían darme datos de su zona. Yo me movía desesperada de un lado a otro y vuelta a acercarme para ver al pobre perro. Volví a bajar con agua y le intenté dar. Esta vez me miró con una cara y unos ojos profundamente tristes y doloridos. Al hacerlo se movió y volvió a quejarse por el dolor, "no, no te muevas chiquitín, yo te acerco el agua". Intenté ponerle en el recipiente que llevábamos para nuestro perro, pero el dolor parece que le dejó abotargado y ni siquiera movía su hocico para poder meterlo en el recipiente. Me desesperé, "tienes que beber un poquito, anda". Le acaricié la cabecita, volvió a mirarme, se me llenaron los ojos de lágrimas. "Anda, bebe un poco, te hará bien". Me puse agua en la mano y le metí su hocico dentro del hueco que formaba mi mano y por donde se escapaba el agua, por mucho que yo intentaba juntar fuertemente los dedos para que fuera más estanco. Le mojé el hocico... no hubo forma, no bebió. "Uffff, está muy mal, no puede ni beber". Llamamos a muchos sitios... el tiempo transcurrido ha hecho que se me olviden algunos de ellos... es lo que tiene.
Probé con la Policía. Se tomaban nota para pasarla a los servicios municipales. "Perfecto, ¿vienen ahora a recogerlo?, ¿tardarán mucho?, es que parece que tiene una de las patitas delanteras rotas, le han atropellado y no se puede mover. Tampoco le quiero intentar mover yo por si le causó más dolor o empeoró su estado. Estamos de viaje y para saber cuánto esperar". La respuesta me dejó de piedra. "No le puedo decir, paso nota y ya veremos cuando van, porque son fiestas y están más ocupados en otras cosas, y quedan varios días de fiesta todavía. Con suerte esta tarde o bien mañana". "Queeeeeeeeeeeeeeeeee, ¿me está diciendo que no van a venir a por él ahora?, ¿no puede acercarse nadie a recogerlo?". "Como ya le digo, acaban de empezar las fiestas y están ocupados con otras cosas y por aquí los albergues están llenos, no cogen más". Me comencé a poner muy nerviosa, comencé a llorar y se me hizo un tremendo nudo en la garganta, ¿cómo se iba a quedar aquel pobre animal allí a saber cuánto tiempo?. Por otra parte, estaba alucinada, aquéllo estaba lleno de empleados, de gente que iba y venía y ¿¿¿sólo habíamos visto nosotros al pobre perro???.
Mi marido entró también al baño y se llevo con él al peque. Me quedé sola con aquella pobre víctima de un abandono y de un atropello y llamé al número de emergencias. De nuevo comenzaron a tomar nota y a preguntar todos los datos de la zona. Pero cuando ya la cosa prometía, me dijeron que avisarían a la Policía Local... "no, a ellos no, les acabo de llamar y me han dicho que como acaban de empezar las fiestas no saben cuándo podrán pasar". Era lo que debían hacer, no cabía otra. Yo lloraba amargamente. Estaba desesperada.
Salió mi marido y me dijo que los de la Cafetería/Restaurante también habían llamado antes que nosotros. Le habían dicho que raro era el día que no había por allí algún perro abandonado y/o atropellado y tenían que estar llamando constantemente ni no pasaban. Bueno, por lo menos estaban al tanto. Pero yo no podía dejarlo estar... así que llamé a Odile y le pregunté si donde vivía había algún albergue y veterinario, dado que aquel pobre necesitaba que le viera un profesional por la supuesta rotura y ver si necesitaba operación y tratamiento. Me dijo que por allí no había nada y que iba a intentar localizar al veterinario, puesto que como también eran fiestas en su pueblo. De camino podríamos en todo caso dejarle en Baza que seguro que habría albergue o protectora. De todas formas, seguía intentando localizar al veterinario y me llamaría. Buscamos el teléfono del Albergue de Baza y llamé. El resultado fue deprimente, no podían acogerle... Yo me hacía cruces, por muy hasta los topes ¿no podían coger sólo a uno?. No paraban de llegar y no podían más. Tenían algunos metidos en transportines porque ya no había lugar donde ponerlos. El señor con el que hablé tenía una voz tristísima, yo me puse nuevamente a llorar y no me salían las palabras, sentía un nudo en la garganta y hasta me dolía. Mientras había conseguido que aquel ser de corta edad y que sin embargo ya estaba sufriendo lo indecible, bebiera agua y parecía un pelín más espabilado, pero seguía medio arrastrándose y llorando y gimiendo del dolor. El hombre de la protectora me dijo que nos hiciéramos cargo nosotros, pero ¿cómo íbamos a hacerlo?, íbamos de camino para pasar tres días, con un niño que todavía no había cumplido los 3 años y con un perro que no soportaba tener otros perros cerca. No sabíamos si donde íbamos iba a haber algún veterinario. Nos daba mucho miedo moverle y que pasara unos días de un lado para otro con una fractura que a saber si necesitaba operación y sin que le pudiera ver un veterinario. Si hubiéramos ido de vuelta hacia casa, sin pensarlo lo metemos en el coche y nos lo llevamos. Podríamos acudir a nuestro veterinario, a diversas asociaciones sin ningún problema, pero es que acabábamos de salir de casa y no era cuestión de que el pobre animal pasara varios días sin que le vieran y trataran. Acabamos los dos llorando al teléfono.
Volvimos a preguntar en la Cafetería y dijeron que ellos volverían a llamar si veían que tardaban en venir, que siempre les tocaba dar la tabarra para que recogieran, pero que finalmente siempre pasaban los servicios municipales. Así que, sintiéndome la peor persona del mundo, sin poder parar de llorar y de mirar a los ojos de aquel pequeño ser, fuimos poco a poco caminando hacia el coche y nos pusimos en marcha lentamente sin poder dejar de mirar hacia donde él estaba y sin poder dejar de llorar amargamente, mientras mi hijo no paraba de preguntar qué era lo que le pasaba a mamá y si lloraba por el perrito que estaba muy malito.
Decir que me sentí como una auténtica basura, es poco, y tardé bastante en poder dejar de llorar. Pero finalmente me obligué a ello por nuestro hijo y tuve que prestarle atención y responder a sus insistentes llamadas y preguntas. Mientras mi marido, conduciendo a mi lado, intentaba consolarme acariciándome de vez en cuando la mano o la rodilla. Yo continuaba y continúo viendo aquella cara, aquellos ojos, sigo oyendo sus llantos y gemidos y sigo viendo sus patas traseras con espolón, lo que me hizo pensar que era un cachorro de mastín.
Para tranquilidad, adelanto que alguien se lo llevó..., alguien de la zona con un gran corazón, lo metió en su coche y lo llevó a algún veterinario conocido. Eso fue lo que nos dijeron en la Cafetería/Restaurante puesto que nos interesamos en su seguimiento. Me quedé más tranquila, esperando que estuviera bien. Ojalá le hubiéramos encontrado a nuestra vuelta a casa, ojalá.....
Cuando más tarde hablamos nuevamente con Odile, nos preguntó qué había pasado finalmente y nos dijo que había estado llamando al veterinario, sin poder localizarle. Estaría de vacaciones con las fiestas y tal vez fuera del pueblo, a saber.... Así que, a pesar de los pesares, creo que hicimos lo mejor, porque necesitaba urgentemente que le viera y atendiera un veterinario.
Además siempre buscamos irnos justo cuando más ruido y jolgorio hay donde vivimos, porque de lo contrario, no podríamos descansar en casa; así que, casi en el último momento, cuando ya está claro las fechas del lío, buscamos apremiados y preocupados por si encontramos alguna cosilla libre... Pero hasta la fecha, siempre hemos tenido suerte.
Este año decidimos buscar por Granada, así además tendría la suerte de desvirtualizar a Odile. Por su zona no encontramos casas cueva que nos fueran bien (económicamente hablando), así que volví a preguntarle por doceava vez (por lo menos) a mi sobrina M. por el lugar donde habían estado y que les había gustado tanto. Una vez tuve de nuevo los datos, me puse en marcha para comprobar si estaba libre y si podía ser una alternativa.
Resultó ser que si, así que ya teníamos listo todo (a excepción de toooodo lo que habría que llevarse, claro) para nuestra pequeña escapada.
He tardado bastante en escribir esta entrada: la pausa de casi un mes que tuve y los líos del día a día. Pero además, he tenido que reponerme un poco de este viaje... Por ello, y para que no se haga la entrada demasiado larga, he decidido partirla y no hacerla sólo de una vez.
Salimos por la mañana más o menos bien de tiempo, pero con muchas cosas que tuvimos que preparar a última hora, no obstante, llegaríamos bien para la hora de la comida. Hice pasta que nos llevaríamos ya cocida y allí terminaríamos de preparar la ensalada de pasta que teníamos pensado comer (por unos motivos u otros, cuando viajamos, siempre llegamos a la hora de comer y siempre tenemos problemas para encontrar dónde, encontrándonos que no hay sitios o cocinas cerradas, etc.).
Viajar conmigo es un dolor de cabeza, lo reconozco y es que, si de normal soy muy meona (las cosas como son), cuando vamos a algún sitio parece que mi vejiga se empeña en llenarse antes... Y en la primera parada, que aprovecharíamos para que el peque almorzara, comenzó nuestro "accidentado viaje".
Paramos en Librilla, en una zona industrial (no recuerdo ahora como se llama) y como nos fuimos con nuestro perro Odín, bajamos todos del coche y nos fuimos a una mesa con sillas que había justo al lado de la entrada de la cafetería/restaurante y que estaba subiendo unas escaleras. Dejé las cosas (mochila, bolsa de porteo, etc.) para que el peque fuera almorzando y me dispuse a entrar para pedir unos cortados y para ir al aseo.
Cuando salí mi marido me preguntó si tenía el teléfono de Asoka (Asociación para la Defensa y Protección de los Animales) o similar para llamar y preguntar si tenían alguna "delegación" por la zona y me quedé muerta.... "¿por qué lo preguntas?" y entonces me señaló a su derecha, debajo de las escaleras..., había un perro al que, al parecer habían, atropellado....
Dioooooosssss, casi me da algo, miré y ví un perro negro, muy quieto y que de repente comenzó a llorar... mi marido me dijo que debía de tener una pata mal o algo así, porque iba más bien arrastrándose y se ponía a llorar y a gemir. Uffff, no podía soportarlo. Se me aceleró el corazón, de repente sólo veía al perro sufriendo. Bajé por las escaleras y dí la vuelta, me acerqué cautelosa y aquel pobre animal casi no se movía. La verdad es que me daba un poco de miedo, porque en situaciones de miedo, dolor, terror, no sabes cómo pueden reaccionar y harán lo que nunca harían de otra forma.
Me acerqué más, era de tamaño mediano, pero me daba la impresión de que podía ser un cachorro de algún tipo de raza grande. No alcanzaba a ver sus patas para hacerme más una idea; sin embargo, parecía tener todavía algo de la pelusa suave de un cachorro. Le llamé dulcemente y casi ni me miró, intentó moverse y se puso a gemir y a llorar. Mientras, mi hijo me observaba desde arriba y no paraba de preguntar y de decir que quería ir con mamá.
Volví al lado de mi marido y de mi hijo y nos pusimos en marcha con el teléfono: llamé a Asoka y sólo podían darme datos de su zona. Yo me movía desesperada de un lado a otro y vuelta a acercarme para ver al pobre perro. Volví a bajar con agua y le intenté dar. Esta vez me miró con una cara y unos ojos profundamente tristes y doloridos. Al hacerlo se movió y volvió a quejarse por el dolor, "no, no te muevas chiquitín, yo te acerco el agua". Intenté ponerle en el recipiente que llevábamos para nuestro perro, pero el dolor parece que le dejó abotargado y ni siquiera movía su hocico para poder meterlo en el recipiente. Me desesperé, "tienes que beber un poquito, anda". Le acaricié la cabecita, volvió a mirarme, se me llenaron los ojos de lágrimas. "Anda, bebe un poco, te hará bien". Me puse agua en la mano y le metí su hocico dentro del hueco que formaba mi mano y por donde se escapaba el agua, por mucho que yo intentaba juntar fuertemente los dedos para que fuera más estanco. Le mojé el hocico... no hubo forma, no bebió. "Uffff, está muy mal, no puede ni beber". Llamamos a muchos sitios... el tiempo transcurrido ha hecho que se me olviden algunos de ellos... es lo que tiene.
Probé con la Policía. Se tomaban nota para pasarla a los servicios municipales. "Perfecto, ¿vienen ahora a recogerlo?, ¿tardarán mucho?, es que parece que tiene una de las patitas delanteras rotas, le han atropellado y no se puede mover. Tampoco le quiero intentar mover yo por si le causó más dolor o empeoró su estado. Estamos de viaje y para saber cuánto esperar". La respuesta me dejó de piedra. "No le puedo decir, paso nota y ya veremos cuando van, porque son fiestas y están más ocupados en otras cosas, y quedan varios días de fiesta todavía. Con suerte esta tarde o bien mañana". "Queeeeeeeeeeeeeeeeee, ¿me está diciendo que no van a venir a por él ahora?, ¿no puede acercarse nadie a recogerlo?". "Como ya le digo, acaban de empezar las fiestas y están ocupados con otras cosas y por aquí los albergues están llenos, no cogen más". Me comencé a poner muy nerviosa, comencé a llorar y se me hizo un tremendo nudo en la garganta, ¿cómo se iba a quedar aquel pobre animal allí a saber cuánto tiempo?. Por otra parte, estaba alucinada, aquéllo estaba lleno de empleados, de gente que iba y venía y ¿¿¿sólo habíamos visto nosotros al pobre perro???.
Mi marido entró también al baño y se llevo con él al peque. Me quedé sola con aquella pobre víctima de un abandono y de un atropello y llamé al número de emergencias. De nuevo comenzaron a tomar nota y a preguntar todos los datos de la zona. Pero cuando ya la cosa prometía, me dijeron que avisarían a la Policía Local... "no, a ellos no, les acabo de llamar y me han dicho que como acaban de empezar las fiestas no saben cuándo podrán pasar". Era lo que debían hacer, no cabía otra. Yo lloraba amargamente. Estaba desesperada.
Salió mi marido y me dijo que los de la Cafetería/Restaurante también habían llamado antes que nosotros. Le habían dicho que raro era el día que no había por allí algún perro abandonado y/o atropellado y tenían que estar llamando constantemente ni no pasaban. Bueno, por lo menos estaban al tanto. Pero yo no podía dejarlo estar... así que llamé a Odile y le pregunté si donde vivía había algún albergue y veterinario, dado que aquel pobre necesitaba que le viera un profesional por la supuesta rotura y ver si necesitaba operación y tratamiento. Me dijo que por allí no había nada y que iba a intentar localizar al veterinario, puesto que como también eran fiestas en su pueblo. De camino podríamos en todo caso dejarle en Baza que seguro que habría albergue o protectora. De todas formas, seguía intentando localizar al veterinario y me llamaría. Buscamos el teléfono del Albergue de Baza y llamé. El resultado fue deprimente, no podían acogerle... Yo me hacía cruces, por muy hasta los topes ¿no podían coger sólo a uno?. No paraban de llegar y no podían más. Tenían algunos metidos en transportines porque ya no había lugar donde ponerlos. El señor con el que hablé tenía una voz tristísima, yo me puse nuevamente a llorar y no me salían las palabras, sentía un nudo en la garganta y hasta me dolía. Mientras había conseguido que aquel ser de corta edad y que sin embargo ya estaba sufriendo lo indecible, bebiera agua y parecía un pelín más espabilado, pero seguía medio arrastrándose y llorando y gimiendo del dolor. El hombre de la protectora me dijo que nos hiciéramos cargo nosotros, pero ¿cómo íbamos a hacerlo?, íbamos de camino para pasar tres días, con un niño que todavía no había cumplido los 3 años y con un perro que no soportaba tener otros perros cerca. No sabíamos si donde íbamos iba a haber algún veterinario. Nos daba mucho miedo moverle y que pasara unos días de un lado para otro con una fractura que a saber si necesitaba operación y sin que le pudiera ver un veterinario. Si hubiéramos ido de vuelta hacia casa, sin pensarlo lo metemos en el coche y nos lo llevamos. Podríamos acudir a nuestro veterinario, a diversas asociaciones sin ningún problema, pero es que acabábamos de salir de casa y no era cuestión de que el pobre animal pasara varios días sin que le vieran y trataran. Acabamos los dos llorando al teléfono.
Volvimos a preguntar en la Cafetería y dijeron que ellos volverían a llamar si veían que tardaban en venir, que siempre les tocaba dar la tabarra para que recogieran, pero que finalmente siempre pasaban los servicios municipales. Así que, sintiéndome la peor persona del mundo, sin poder parar de llorar y de mirar a los ojos de aquel pequeño ser, fuimos poco a poco caminando hacia el coche y nos pusimos en marcha lentamente sin poder dejar de mirar hacia donde él estaba y sin poder dejar de llorar amargamente, mientras mi hijo no paraba de preguntar qué era lo que le pasaba a mamá y si lloraba por el perrito que estaba muy malito.
Decir que me sentí como una auténtica basura, es poco, y tardé bastante en poder dejar de llorar. Pero finalmente me obligué a ello por nuestro hijo y tuve que prestarle atención y responder a sus insistentes llamadas y preguntas. Mientras mi marido, conduciendo a mi lado, intentaba consolarme acariciándome de vez en cuando la mano o la rodilla. Yo continuaba y continúo viendo aquella cara, aquellos ojos, sigo oyendo sus llantos y gemidos y sigo viendo sus patas traseras con espolón, lo que me hizo pensar que era un cachorro de mastín.
Para tranquilidad, adelanto que alguien se lo llevó..., alguien de la zona con un gran corazón, lo metió en su coche y lo llevó a algún veterinario conocido. Eso fue lo que nos dijeron en la Cafetería/Restaurante puesto que nos interesamos en su seguimiento. Me quedé más tranquila, esperando que estuviera bien. Ojalá le hubiéramos encontrado a nuestra vuelta a casa, ojalá.....
Cuando más tarde hablamos nuevamente con Odile, nos preguntó qué había pasado finalmente y nos dijo que había estado llamando al veterinario, sin poder localizarle. Estaría de vacaciones con las fiestas y tal vez fuera del pueblo, a saber.... Así que, a pesar de los pesares, creo que hicimos lo mejor, porque necesitaba urgentemente que le viera y atendiera un veterinario.
Ay, preciosa! No me extraña que te sintieses así, yo he estado llorando durante media entrada. Es una pena que sucedan estas cosas, espero que el perrito se encuentre mucho mejor.
ResponderEliminarUn besazo enooooorme!
Yo también lo espero Yo misma. Le decía a mi marido que si alguien se merecía "un cielo" (de haberlo), desde luego eran ellos, porque todas las perrerías y los sufrimientos que les hacemos pasar no tienen nombre.... En España está al orden del día :(. Ojalá se tuviera la conciencia que se tiene en Holanda y países similares.
EliminarMuchos Besotes Guapa!!!.
Aix, Inma, qué penita me ha dado...No podías hacer nada más. Entiendo que te doliese en el alma, pero a veces no se puede hacer más. No te tortures.
ResponderEliminarTe envío un besito muy grande.
Hola Mo:
EliminarNo sé qué decirte... sentía un golpeteo constante en mi mente: "¿cómo vas a abandonar a un ser vivo en estas condiciones?, ¿tú también vas a hacerlo?"... eso era lo que mi cabeza repetía sin cesar.... Gracias a Dios que alguien lo recogió y llevo a un veterinario... pero sigo viendo su carita, sus ojos y sigo teniendo el tacto de su pelo en mi mano...
Gracias y Besotes!!!.
Un gran abrazo Inma! que pena me ha dado leerte, imagino la impotencia de la situación.
ResponderEliminarMe atrevería a decir que gracias a lo que hicisteis de llamar e insistir, hablar con los de la cafetería es que todos le dieron más importancia al cachorro y por fin alguien se lo llevó.
Un besito.
Eso espero Iorana, no sé cuánto tiempo estuvimos allí y cuántas veces comentamos algo. Eso y las llamadas y llamadas que hicimos, mientras mi marido buscaba en su móvil en internet, yo desde el mío llamaba e intentaba atender al perrito y a mi peque. Lo recuerdo y se me llenan los ojos de lágrimas.
EliminarBesotes y Gracias!!!.
joo!! se me han saltado las lágrimas!! si el mundo estuviese lleno de gente como vosotros... ojalá!
ResponderEliminarhiciste lo correcto. Me alegro que alguien se lo haya llevado... y desde luego el hdp que lo haya abandonado... no tiene nombre!!
Madre mía, tengo ganas de seguir leyendo el viaje.. así que sigue que me he quedado con la miel en los labios..
(( aunque no empezasteis muy bien... )) espero que después todo fuera genial..
Por mi parte me nombras mi Baza.. y me hacen chiribitas los ojos...
besitos guapa... espero la segunda, tercera, cuarta parte.. las que hayan!!!
Hola Alma:
EliminarTu foto me recuerda a GaLa... Pues si eres de Baza, buena tierra. Toda la zona nos encanta, la verdad, y las casas cueva, me chiflan, ¿quién tuviera una? =). En cuanto a el hdp, en fin... nos dijeron que lo habían abandonado y que unos chicos al parecer lo habían atropellado y lo habían dejado allí :_(. Gracias que un buen corazón se lo llevó conociendo a algún veterinario por allí.
Besotes!!!.
ualaaa, soy Gala... ¿¿ sale alma??!!! jajajajjaa... vaya lío... ya te contaré pq sale Alma!! jajajajaj. ¿¿ ves pq no modifico el blog?? pk como no tengo tiempo lo poco que toco la lío! jejejeje.
Eliminarbesos
Ya decía yo, jajaja, pero es que pinché sobre tu perfil y tampoco me dejó verlo, ni siquiera me sacó tu blog y ahí ya me mosqueé :-$, ¿qué ha hecho chiquilla?.
EliminarMadre mía,....qué congoja me ha entrado leyendo la entrada. No me extraña que lo pasases tan mal.......encima sin saber que hacer,....que desesperación!!! Espero que esté bien, si alguien se lo llevó seguro que está bien!!!
ResponderEliminarUn beso!!!
Hola Rosa:
EliminarYo también espero que esté bien, durante varias noches cuando me acostaba no podía dormirme pensando en él y se me formaba un nudo en la garganta. Pero es que yo soy así, seguro que incluso hay alguna persona que tal vez lea estoy se ría... me da lo mismo, siento lástima por ellos, por tener tan poco corazón, sensibilidad y empatía.
Besotes Guapa!!!.
Ainsss, a mí también me has hecho llorar! Qué difícil situación, es terrible :-(
ResponderEliminarUn abrazo enorme!
Siento haberte hecho llorar Amaya, tenía que soltar lastre, tenía que contarlo y este es mi sitio.
Eliminar¡¡¡Gracias por entenderme a todas!!!.
Besotes!!!.