Tras un periodo de inmersión en lecturas de Gerónimo Stilton, vuelvo por aquí para reseñar y recomendar una historia original y super simpática. Nos llegó de la mano de la Phaidon y no podía ser más colorista y divertida.
Se trata de Harold tiene hambre, de Kevin Waldron.
Como podéis comprobar en la foto, se trata de un álbum ilustrado con un formato rectangular y bastante grande (como podéis ver en la foto), en concreto de 21,6 x 28,5 cm. Lo primero que me llamó la atención fue que lleva sobrecubierta y creo que es la primera vez que lo veo en un libro destinado a lectores infantiles. Estoy muy acostumbrada a verlo en los libros para adultos, pero no en libro infantil. Con respecto a ellas, cuando leo un libro, tengo la costumbre de quitarla y guardarla para que no se estropee, porque se suele deslizar bastante y al final se termina estropeando. Sé que justo está para proteger al libro en sí, pero yo prefiero protegerlo de otra forma y que después todo quede lo más nuevo posible... manías de una amante de los libros. Eso si, debo decir que me encantan y por eso me gusta verlas como nuevas.
Las ilustraciones son muy gráficas y una auténtica gozada, realizadas con pluma, acrílico, collage y técnicas digitales. A mi peque le gustaron muchísimo y seguro que a más de uno/a le animan a realizar dibujos y complementar con la técnica del collage dejando volar la imaginación.
El protagonista de la historia es un simpatiquísimo Bulldog Francés llamado Harold y que, como muchos otros perros, siempre tiene hambre (y andan rebuscando por el suelo para ver qué pueden encontrar). Pero Harold va un poco más allá, y llega hasta tal extremo su afición por la comida, que se imagina alimentos en los lugares más insospechados: antenas, buzones, edificiones... todo para él tiene forma de comida. Un día que se despierta y ya está pensando en el desayuno, se percata de que su sillón favorito (si, ese en el que se sube y se tumba tranquilamente) ¡ha desaparecido!... horrorizado va hacia la ventana y descubre que su amado sillón está siendo montado en un camión y éste arranca llevándoselo. Harold se las arreglará para salir a la calle y perseguir al camión en un desesperado intento por no separarse de su adorado sillón, pero el camión corre más que él y pronto lo pierde la vista y, lo que es aún peor, se da cuenta de que está perdido en medio de la gran ciudad. Pero su agudo olfato, su obsesión por la comida y su extraordinaria imaginación para ver comida por todas partes, actuarán como grandes aliados para salvar esta situación e irá reconociendo: parques-cesta de verduras, antenas-magdalenas, relojes-tarta...
Y al final de la historia, Harold se llevará una grandísima sorpresa.
Divertido, original, colorido... un acierto seguro que está recomendado para niños entre 4 y 6 años.
Qué chulada! No lo conocía, así que lo apunto. Bicos y feliz fin de semana :)
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