Ya sabéis que en esta casa yogueamos, sobre todo yo, inmersa en mi propio camino de aprendizaje día a día. No es de extrañar por tanto, que
Cucolinet lo asimile como algo que forma parte de nuestra vida y que participe en ocasiones en mis prácticas. Ahora además su mami enseña también a otros niños (junto con él) a conocer y adentrarse en el Yoga a través de juegos, cuentos... qué mejor forma de aprender en la infancia que jugando y experimentando, al igual que el resto de seres vivos (que parece que a veces se nos olvida que los humanos, también formamos parte de ellos y por tanto, de la madre naturaleza).
Y un día mis ojos vieron y leyeron sobre este álbum ilustrado de
Cuento de Luz, escrito por el gran científico del Yoga,
Ramiro Calle del que podemos decir que introdujo el Yoga en España e ilustrado por
Nívola Uyá, que también ilustra el maravilloso
Un tractor muy, muy ruidoso del que ya os hablé. Fuerza y colorido ocupan las páginas de este álbum que ha recibido el
Galardón con Medalla de Oro en los Living Now Awards 2014, en la categoría nº 20 "Exercice/Yoga/Fitness". Y qué decir de Ramiro Calle... quién quiera saber qué es el verdadero Yoga, no tiene más que leer sus artículos en su
Blog o en su página de
Facebook.
En este álbum ilustrado nos hablan de la amistad entre dos niños. Cada uno de un país distinto, con unos rasgos totalmente diferentes (pelo, ojos, piel) y con unas culturas casi opuestas. Viajaremos a la India de la mano de estos dos pequeños y nos introduciremos en la selva para iniciarnos en la milenaria ciencia del Yoga.
Pero yo aún voy más allá, porque estos dos amigos aprenden a través de la experimentación, de la observación, de la interactuación con la madre naturaleza..., una grandísima maestra para el que quiera tomar sus lecciones. Esta historia nos enseña a pararnos y a observar, a fluir y dejarnos llevar; a vivir en comunión y consonancia con el mundo que nos rodea, sin molestar, sin dañar...
El libro llegó a casa para el cumple de Cucolinet y fue el que eligió que leyéramos la noche de la celebración de su aniversario. No pensé que le fuera a gustar tanto, pero me sorprendió observando atento sus páginas, perdiéndose en las ilustraciones, tomando buena nota y realizando los asanas sobre su cama. Alguno de ellos no lo conocía y me dijo que tomara nota para enseñárselos y realizarlos al día siguiente juntos... ¡Imaginaos lo encantadísima que estaba yo en esos momentos!.
Ya hablé en otra ocasión de un libro de Yoga para peques:
Mi papá es de plastilina, lamentablemente descatalogado, pero siempre podemos encontrarlo tal vez en la Biblioteca ;^).
Yoga en la selva es el segundo del que hablo en este rinconcito y espero que le sigan muchos más.