viernes, 29 de octubre de 2010

Soy mamá canguro

A principios del 2010, cuando mi hijo tenía 5 meses descubrí el mundo del porteo y de los portabebés tradicionales y, desde ese momento, me convertí en mamá canguro, y continuaré siéndolo mientras pueda y mi bichito quiera.
Todo comenzó leyendo un libro de Carlos González que me regaló mi marido y que yo le había sugerido. En mi caso, tras muchos problemas con la lactancia materna, la abandomé a los 3 meses muy a mi pesar y tras muchas lágrimas por mi parte. En este libro conocí el término relactación y tras informarme algo más, comentárselo a mi marido y realizar consulta al Dr. González a través de la web de Ser Padres, me puse inmediatamente a ello. El Dr. González me recomendó, cómo no, ponerme en contacto con un grupo de apoyo a la lactancia y mantener mucho contacto piel con piel con mi hijo, para lo cual me recomendaba el uso de un portabebés. Habíamos probado una mochila de Chicco que nos dejó una conocida; mejor dicho, la probó mi marido, pero la experiencia no gustó nada y me dijo que ni se me ocurriera ponérmela, porque en mi caso, además, tengo desviación de columna, por lo que tuve que llevar un corsé ortopédico, dado mi grado de escoliosis. Ahora se sabe que estos aparatos, en grados leves de escoliosis, pueden conllevar más perjuicios que beneficios. Uno de los incovenientes es que se debilita toda la musculatura de la espalda, a no ser que practiques natación, por ejemplo, de forma continuada, pero... en mi caso no era posible, bastante se apretaban mis padres el cinturón.
Tras algunas consultas y visitas por internet realicé pedido de un fular Didymos de sarga cruzada, modelo Jan y aquí comenzó una nueva etapa, no sólo para mi hijo, sino también para nosotros como padres, convirtiéndonos en familia canguro. Y con esto, se inició una nueva forma de ver y entender la crianza.
No conseguí relactar tras tres mes de intento, porque mi hijo no se enganchó de nuevo al pecho, sólo jugueteaba y yo no tenía tiempo material para utilizar lo suficiente el sacaleches a lo largo del día, pero a cambio descubrí los beneficios y ventajas del porteo y la maravillosa sensación de llevar a mi hijo pegadito a mí y al alcance de mis besos.

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