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viernes, 13 de junio de 2014

Dueño de tus silencios

¿Qué tal van los calores?, por aquí está pegando ya muy fuerte, cuando parecía que llegaba la primavera pasó de largo y llegó el calor... uff, no sé qué vamos a hacer en pleno verano. En este preciso instante que escribo aún se puede estar más o menos bien donde está el ordenador, dentro de unas horas, será otro cantar... Vamos con nuestros #ViernesdeReflexión.


El buda de la prudencia

"El idiota se quema en sus
propios actos, como si estuviera
en llamas".

El maestro de zen Dogen dijo en una ocasión: "Si puedes mantener tu boca tan callada como tu nariz, evitarás muchas dificultades".

La sabiduría popular advierte que uno es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla, así que si quieres promover la armonía de tu vida -y en la de los demás-, en tí debe brillar la prudencia.

Cuesta muy poco herir los sentimientos de los que nos rodean, y lleva largo tiempo en sanarlos. Por lo tanto, es importante reflexionar antes de acudir a soluciones radicales cuando las cosas no salen como nos gustaría. Decir la verdad es una virtud, pero sólo a través de ella no se va a dañar a otras personas.

Imagen encontrada en la página
La Perla Peregrina

En las meditaciones nocturnas, los lamas tibetanos a menudo inculcan en sus discípulos el siguiente -y sabio- propósito: "Si no soy capaz de hacer felices a los demás, al menos que mis actos no sean un impedimento para su felicidad". Toda una lección de prudencia.


La compasión budista

Para los budistas, "compasión" no significa sentir lástima por alguien -lo cual sería una postura arrogante-, sino sentir proximidad hacia los sentimiento y problemas de los demás.

Si alguien he conocido que era un verdadero ejemplo de prudencia, sin lugar a dudas era mi madre. No hablaba por no molestar, por no dañar... Grandísima mujer, grandísima persona.... Te echo muchísimo de menos Mamá ♥.


Nota: Capítulo sacado del libro "99 maneras de ser FELIZ y 99 recetas budistas para vivir con plenitud" de Gottfried Kerstin.

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