El buda de la pasión
"Así como el jazmín deja
caer sus flores marchitas,
oh mendicantes, deberíais
abandonar la pasión y el odio".
Thomas Merton, monje trapense que promovió el acercamiento entre el cristianismo y el budismo, hizo en una ocasión la siguiente reflexión:
"No sólo es peligroso odiar a los demás. De hecho, es todavía más peligroso odiarse a uno mismo: particularmente ese odio que es demasiado profundo y poderoso para ser afrontado conscientemente. Es esto precisamente lo que nos hace ver nuestro mal en los demás y nos ciega para verlo en nosotros mismos".
Muchos autores coinciden en que a menudo detestamos en los demás atributos que nos adornan a nuestro pesar. En este caso, ¿no sería más sencillo someternos a examen y erradicar el mal que desaprobamos?. De este modo quedaría fuera y dejaríamos de ver en el espejo de los otros aquello que tanto nos irrita.
Si dirigimos nuestra pasión hacia nuestro propio perfeccionamiento, seremos más amables con nuestro entorno y con nosotros mismos.
Como fluir con la fuerza
El principio básico de artes marciales como el judo es que no hay que oponer resistencia a una potente fuerza ofensiva. Al contrario, es mucho más efectivo ceder a ella y amoldarnos al flujo del agresor, para que su propia fuerza pueda emplearse en su contra.
Al leer que se trataba del buda de la pasión pensé que iría por otros derroteros, pero me equivoqué totalmente. Esa frase de "tu reflejo es lo que ves" toma mucho sentido aquí... lo vemos sin lugar a dudas en nuestros hijos porque un espejo de todas nuestras acciones y palabras.
Ante todo creo que hay que quererse mucho y aquí me viene a la mente la otra frase de "ves la paja en el ojo ajeno y no la tuya en el propio". Así que para no caer en ello, hay que quererse si o si. Y eso me recuerda que en la cena se lo he dicho a mi peque, porque se ha dado un beso en la mano para después poner su manita en su moflete. Me he reído y le he dicho, "oh, ¿para tí?, ¿te quieres?", a lo que él riendo me ha contestado con un gesto afirmativo de su cabeza. He continuado con "a ver, demuéstrame cómo te quieres" y él riendo, se ha abrazado muy muy fuerte. Así que le he dicho que estaba super contenta, que tenía que hacerlo siempre, siempre, siempre... "Tú eres lo más importante, te tienes que querer siempre muuuucho, muchísimo, más que nadie en este mundo. Te digan lo que te digan los demás, quiérete siempre mucho".
En el último párrafo no he podido evitar pensar en el Aikido, disciplina que practica mi marido y que ahora también ha comenzado a iniciarse nuestro peque de la mano de su padre. No conozco el judo, pero desde luego en el Aikido hay que ser suave, flexible, adaptarse al contrario, aprovechar su fuerza, buscar su desequilibrio y así demostrarle que la violencia y la fuerza no son el camino. Por algo el Aikido dicen que es el Arte de la Paz.
Qué bonito tu niño...A ver si uno que yo me sé toma ejemplo, que anda todo el día dándose tortazos en broma, jajajaja!
ResponderEliminarSí, hay que quererse mucho!!
Muas!
Bueno, lo de darse tortazos en broma, es que creo que está muy de moda... lo ven gracioso y se hacen los graciosos, por lo menos por aquí, jajaja. Desde luego quiero dejárselo bieeeen clarito, que no llegue después cualquiera y se hunda ;^).
EliminarMuchos Besotes!!!.
Tenía mucho tiempo que no pasaba por aquí, tienes mucha razón, pero es tan dificil, ¿eh? Hay que ser constantes y trabajara mucho para conseguirlo :) En eso ando yo, cada día, a veces doy tres pasos para atrás, pero siempre vuelvo a la marcha.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Como bien dices, hay que se constantes y recordarlo todos los días y aún así, siempre habrán retrocesos, pero ahí estaremos para seguir y seguir y querernos mucho muuuucho.
EliminarMuchos Besotes Madre Exilio!!!.