Me permito copiar y compartir un artículo maravilloso de Respetar para Educar (www.respetarparaeducar.com):
CUMPLIENDO SUEÑOS…
Todos queremos cumplir nuestros sueños. Algunos sueños los tuvimos desde que éramos niños, otros surgieron más tarde, en la adolescencia, y muchos otros cuando ya fuimos adultos. La mayoría de las personas vive su vida lo mejor que puede, ajena a los sueños que tuvo en su vida, creando sueños nuevos que nunca se realizan.
Me ha impactado conocer la noticia de que sólo un 10% de las personas consiguen hacer realidad sus sueños. Los sueños son como los genios, necesitan de un ambiente propicio para crecer y hacerse reales.
Muchos de nosotros nos hemos criado en una sociedad, en una familia, que lo único que pretendía era que no fuésemos distintos ni “raros”. Es difícil ser un niño raro, en eso estamos de acuerdo, pero ser raro, también implica ser diferente y ese 10% de personas que cumplen sus sueños, es diferente, por supuesto que sí, diferente de la mayoría, como los grandes músicos, cineastas, pintores, escritores, filósofos, matemáticos, científicos…
Si preguntaran a los padres si desearían que sus hijos hicieran cosas importantes en la vida, la gran mayoría respondería afirmativamente. Pero, desgraciadamente, también la gran mayoría está constantemente truncando, inconscientemente, las posibilidades que sus hijos traen de forma innata para destacar.
Todos hemos oído alguna vez (los más afortunados) que no servíamos para esto o aquello, cuando nos proponíamos a acometer alguna tarea que nos superaba claramente. Qué diferencia habría marcado nuestro subconsciente si, en lugar de decirnos que no podíamos hacerlo, nos hubiesen animado a hacer aquello que anhelábamos.
Creo que los padres de la mayoría de los personajes destacados de nuestra sociedad, deportistas, artistas y grandes hombres y mujeres de todas las ramas de la ciencia y la cultura, animaron y acompañaron a sus hijos en sus sueños. No me imagino a la madre de Picasso diciéndole: “Pablo, deja de hacer garabatos y ponte a hacer los deberes ¿es que quieres suspender?” De hecho, su primera pintura al óleo, la realizó cuando tenía 8 años, seguro que su padre, profesor de pintura, no le decía: “los pinceles y las cosas de papá no se tocan”. Aunque tampoco sabremos nunca si Picasso habría sido un gran cantante de ópera transformado en genial pintor por la vocación frustrada de su padre, que volcó en él sus sueños incumplidos… pero eso es harina de otro costal.
Muchas personas seríamos más felices, más útiles y realizaríamos trabajos con más amor y agrado, si nuestros padres nos acompañaran a descubrir nuestras pasiones, si las apoyaran y las reforzaran, si nos dejaran mostrar todo el potencial que tenemos dentro para invertirlo en aquello que nos apasiona.
Tal vez para algunos de nosotros sea tarde, algunos ni siquiera sabremos nunca cual era nuestro potencial “de serie” porque, a base de practicar y esforzarnos, hemos llegado a hacer algo medianamente bien, hemos logrado sobrevivir en un trabajo concreto y desarrollar algún hobbie que nos resulta atractivo, nos relaja y que, además se nos da bien. Pero tenemos hijos y volvemos a frustrar sus capacidades como alguien hizo con las nuestras, o tratamos de vivir aquello que nos fue vedado, a través la vida de nuestros hijos. En nuestra mano está dar un giro a este círculo vicioso de la crianza, en el que los hijos con los sueños truncados se convierten en padres truncadores de sueños.
Propongo mirar y observar, amar a nuestros hijos por lo que son, no desear que sean diferentes, centrarse en aquello que tienen de bueno, buscar el lado bueno a aquello que nos parece un poco molesto, en definitiva, mirar con ojos amorosos todo aquello que hacen para descubrir las potencialidades ocultas en sus actos.
Y sobre todo, propongo eliminar de nuestro vocabulario frases como: no puedes, no vales para…, eso no es para ti, eso a ti no se te da bien, etc… Los niños no son tontos, si algo no se les da bien, se darán por vencidos. Y si algo no se les da bien pero es su gran pasión, terminarán siendo los mejores si nosotros, sus seres queridos, el espejo en el que se miran, los apoyamos confiando en ellos y en su valor para intentarlo sin rendirse una vez tras otra.
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