Desde el Viernes pasado no publicaba nada en el Blog, no había tenido ocasión, ni tiempo, ni ganas, de pasar por este rinconcito... (ni para hacerlo en mi
Cuaderno). Hemos estado muchos días en "cuarentena". Desde el Martes de la semana pasada en que nuestro Cucolinet comenzó a dar muestras de "ir a caer". Tras una mala tarde, mala noche, la mañana vino acompañada de décimas de fiebre y ya todo fue a más. El Jueves la fiebre pegó el subidón y amaneció ya con 39ºC... pensé, si la fiebre sube por la tarde y ya tiene 39ºC, ¿cuánto tendrá después?. Todo el día con antipiréticos, porque no soy amiga de bajar la fiebre, pero una vez que pasa de 38ºC ya hay que ayudar un pelín al cuerpo. Hasta 38ºC el cuerpo se está defendiendo de los virus y les está "fastidiando el habitat", pero después, ya la cosa cambia. La noche del Viernes al Sábado se puso con 39,9ºC... casi me da un yuyu cuando vi el termómetro y tuve que volver a ponérselo para confirmar lo que había visto. Nuevamente dosis de antipiréticos, abrirle ropa, paños con agua templada y vigilar durante 45 minutos que comenzara a bajar la fiebre...
Tras esto, el Sábado nos fuimos al pediatra de guardia y le dió antibióticos además de lo que ya estaba tomando. Nos dijo que tenía muchísimo moco, tenía la garganta y los oídos al rojo vivo, sin llegar a tener otitis, pero estaba en un tris... muuuuuucha paciencia porque estaba durando una semana larga, así que a intentar tomárselo con calma.
Hasta la noche de este Miércoles, no hemos podido dormir del tirón. A las malas noches de inquietud y fiebre alta, le siguieron noches de muchísimo moco, sin poder respirar bien, muy intranquilo y con una respiración super sonora que retumbaba en la habitación y que preocupaba, apenaba y cuando el cansancio iba haciendo mella, desesperaba... Finalmente teníamos que intentar dormir algo y la única forma, era intentar amortiguar un poco el ruido que nos llegaba, así que un taponcito en un oído (el que quedaba arriba) e intentar conciliar el sueño, por nuestro bien y por el suyo. Aún así, cualquier movimiento de más (que los había y muchos), cuando se levantaba de la cama, se destapaba, etc. lo oía sin ningún problema.
Hay que decir que nuestro Cucolinet es un niño muy activo, a veces pensamos que demasiado... y cuando está enfermo, lo mismo. Hay niños que con algo de fiebre se amodorran, pues él no, para nada, sigue igual y a veces, más todavía. Si a esto le unimos el encierro por la enfermedad, pues ya una cosa por demás... la edad, las rabietas, el no hacer caso de nada, etc. iba en aumento.
Por fin, comenzó a respirar mejor, a dormir más tranquilo, a bajar la fiebre y poco a poco, se va normalizando todo. Sin embargo, su cuerpo pedía descanso y sólo a la hora del sueño, se dormía con bastante prontitud. Se fue poco a poco el apetito y es que toda la fiebre, mocos, tos, antibiótico, sueño, pasa factura y ahora casi no come... con lo que es él, que casi es mejor comprarle un traje que invitarle a comer, jajaja. Hemos comenzado a darle Ultra Levura y sabemos que es cuestión de días, que también vuelva el apetito, así que, no nos preocupamos.
Aprovecho la noche del Jueves que todo está más tranquilo y no tengo que salir corriendo ante un ataque de tos, para escribir esta entrada, para volver a mis entradas de los viernes, con mi librito especial. Mañana volverá al colegio... si, mañana Viernes. Algunos pensarán, "para un día, que se quede en casa", pero prefiero que tenga un día de "adaptación" después de tantos días en casa, que no que comience el lunes tooooodo seguido. Aún así, sé que mañana, terminará "reventaito" y que sólo se notará a la hora de dormirse, porque posiblemente, lo haga bastante rápido.
Y me encuentro que en mi librito el siguiente capítulo está dedicado a la
templanza y si ya la
serenidad me parecía algo harto complicado, la
templanza ya me parece casi un imposible... pero, vamos a ello...
El buda de la templanza
"El dolor es inevitable, pero
el sufrimiento es opcional".
 |
Imagen de www.oblatos.com |
Que este mundo puede ser un "valle de lágrimas" nadie lo pone en duda. Pero a menudo olvidamos que una cosa es lo que sucede en el exterior y otra lo que tiene lugar en el seno de cada persona.
Ante un mismo evento -por ejemplo, la pérdida de un empleo- caben un amplio abanico de reacciones: desesperación, baja autoestima, confusión, rabia, frustración... pero también alivio (tal vez el trabajo no nos gustaba), templanza, alegría por empezar de nuevo, lecciones para el futuro...
La existencia es una montaña rusa: a veces estamos arriba y a veces abajo. Por eso conviene hacer una lectura positiva de los vaivenes que conforman la experiencia. Llegarán imprevistos, decepciones, pérdidas, enfermedades... pero la gestión e interpretación de estos estados depende exclusivamente de cada uno.
Porque todo lo bueno y malo que nos sucede es una oportunidad para seguir avanzando, acojamos cada caricia y cada herida como un paso más en el camino hacia la plenitud.
Elabora tu propio biorritmo
Se ha comprobado que cada persona pasa regularmente por determinadas fases de vitalidad y decaimiento, como un reloj anímico que determina nuestro estado de ánimo. Puede ser interesante anotar en un calendario los días positivos (+++/++/+) y los negativos (---/--/-) con su respectiva gradación. Luego puedes trazar un gráfico que te permitirá conocerte mejor.
Retomo y lo hago desde mi papel de madre de un peque de 3 años... Hace unos día leía la entrada de mi amiga Carmen:
Miedo y pena, pena y miedo y me sentí tan triste, tan sumamente identificada... y ahora, leyendo este capítulo de la
templanza, vuelvo a darle vueltas, a pensar, a no saber...
Si tener paciencia ya es una asignatura tremendamente difícil, tener templanza en determinados momentos... uffffff. Y claro, no es lo mismo, hablarlo, comentarlo, leerlo que estar justo en esos momentos ante un niño con una tremenda rabieta, una personita que no quiere por ejemplo, tomar un jarabe (totalmente necesario para ayudar en su curación) o hacer pipí (cuando él mismo te ha dicho que se estaba meando). Ante un adulto puedes argumentar, explicar... y le guste o no le guste, esta serie de cosas, por mucho que le repatee, las asumirá y lo hará; pero en el caso de un niño, llega un momento en que, por lo menos en mi caso, los argumentos no sirven, las explicaciones menos... la paciencia tampoco mucho y tras un rato se va acabando. De pronto te encuentras con una personita que no razona... es como un trocito de carne que no puede con su alma, pero que tampoco te deja hacer por él, no te deja cuidarle, no te deja llevarle y temes que siga pasando el tiempo sin que reaccione... porque está cogiendo frío en plena noche, porque es justamente todo lo contrario a lo que le conviene y lo intentas de una y de otra forma y no consigues nada de nada. Se acaban los argumentos, explicaciones, lógicas... sin recursos pasas a hacer las cosas porque si, porque no puedes dejar que siga así, porque no es bueno para su salud, porque se va a hacer daño, porque te lo va a hacer a tí o a alguien y pasas a desesperarte, a romper tu garganta gritando, a crisparte cada vez más... y te das cuenta que has caído en un bucle sin salida y que debes hacer algo YA para salir de él, y ante la situación, posiblemente, no tomes la mejor de las salidas, pero... ¿de qué otro modo hacerlo en situaciones límite?.
Me pregunto si las personas que ya han sido padres, que han pasado esta y otras muchas etapas (a cada cual, tal vez, más problemática, en comparación con las primeras), serían capaces de lidiar perfectamente y de repente con estas mismas situaciones con un niño de 3 años. Pero después veo a abuelos por ejemplo, diciendo que no pueden con el niño o con la niña con esto o con aquello y dudo que sea cosa de haberlo vivido ya.
Me da miedo quedarme sin recursos, sentirme impotente y reaccionar como no quiero hacerlo... me da muchísima pena y después me siento mal, por haber gritado, por haberme puesto frenética, como le digo a él... y pienso, "yo soy la adulta, yo debo "manejar" la situación y veo que no soy capaz muchas veces" y entonces me siento aún peor todavía
¿Dónde está la
templanza en esos momentos?, ¿qué es
eso?, ¿cómo se consigue?... creo que encontrar la respuesta sería algo así como encontrar el Santo Grial....
De momento, espero que nuestro día a día vuelva a la "normalidad" y seguir lidiando con el
ahora en cada momento que se presente.
Para terminar, decir que lo que aconseja el libro de elaborar tu propio biorritmo me parece muy interesante, tal vez pueda ayudarnos a hacernos una idea de nuestros ciclos, de nuestra montaña rusa particular y poder actuar en consecuencia para remediar algunas que otras situaciones o para hacerlas más "llevaderas".