El buda de la moderación
"Un perro no se considera un
buen perro porque sea un buen
ladrador. Del mismo modo, un
hombre no es un buen hombre
porque sea un hábil hablador".
Imagen de la página Los valores dan valor a tu vida |
En la academia de Platón, los discípulos pasaban los primeros años aprendiendo a callar. Después de esta cura de moderación, podían iniciarse en el debate filosófico.
Aquello que se dice sin palabras es un tema recurrente en el zen. Tal vez sea "El sonido de una sola mano" la historia que ilustra mejor esta cuestión:
Un maestro llamado Mokuraí pidió a Toyó, su joven discípulo, que le enseñara cuál era el sonido de una sola mano. Más de diez veces Toyó visitó a Mokuraí con diferentes sonidos. Ninguno era el acertado. Durante casi un año caviló sobre cuál podía ser el sonido de una mano sola.
Por último, el pequeño Toyó entró en la verdadera meditación y trascendió todo sonido.
- No se me ocurría qué sonido más hacer -explicó más tarde-, de modo que alcancé el sonido insonoro.
Así había realizado Toyó el sonido de una sola mano.
Habla con tus actos
Dicen que "quien sabe, construye callando". Aunque no guardes años de silencio ni averigües cuál es el sonido de lo insonoro, procura que tus actos hablen de tí más que tu lengua.
Hay una frase célebre que dice "Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas". Y como en este caso es más fácil que tras la lectura os deje con vuestros pensamientos, aquí me quedo en silencio.
¡Feliz Fin de Semana!.
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