Mi visión ha cambiado mucho desde que soy madre, mi mundo gira en torno a mi hijo y a que tenga lo mejor; y por lo mejor no entiendo la mejor ropita, los mejores juguetes, ni nada de eso, sinó estar el máximo tiempo con sus padres, recibir besos, caricias, disfrutar de risas, juegos, sentir afecto y amor, sentirse amparado y querido, seguro y tranquilo; eso es para mí, hoy en día, lo mejor.
Pero en esta sociedad todas estas cosas aparentemente tan sencillas, se ven constantemente rodeadas de obstáculos. Desde el momento en que un bebé viene al mundo, su madre procura atender todas sus necesidades, a la vez que intenta dencansar algún ratito para estar al 100% con su hijo/a… pero se encuentra, en muchas ocasiones, sola en casa, mientras todo se amontona. Hay que lavar ropita del bebé y plancharla (sin hablar del resto de la ropa de casa), preparar comida para alimentarse ella y su pareja, fregar las ollas y el resto de utensilios para poder seguir cocinando y comiendo, comprar comida y resto de cosas para casa y un largo etceterá. Los amigos, familiares y conocidos están deseosos de ver y conocer al bebé y la madre no sabe cómo hacer para que por lo menos la casa esté medianamente recogida, se siente cansada, puesto que intenta dormir cuando duerme el bebé, pero hay veces que entre toma y toma, no le da tiempo, puesto que la criatura es muy chiquitina y necesita estar al pecho, para alimentarse y buscar calor y amparo. El padre intenta hacer lo que puede, pero entre los trámites y toda la burocracia y las largas colas para cada uno de los trámites que hay que hacer, se pasa toda la mañana fuera y en ocasiones tiene que volver al día siguiente. Y gracias que ahora son 15 días de permiso paternal, porque nadie se explica cómo lo hacían antes con solo dos días. Cuando el permiso se acaba, las cosas se complican todavía más.
El tiempo va pasando y parece que las tomas se espacian un poco más, sin embargo, el bebé está más despierto y requiere más nuestra presencia “activa” y la madre también quiere disfrutar más estos momentos. Intenta hacer las cosas de casa rapidamente, mientras el bebé da una pequeña siestecita y se despierta llorando porque no ve a su madre. Se recogen las cosas rapidamente, la madre se pone las primeras prendas que pilla y que sabe que le vienen (porque no ha tenido tiempo de comprobar qué ropa se puede poner ya o no) y sale a la calle a dar una vuelta y a comprar las cosas necesarias para la casa. Después de hacer unos recados, vuelve a casa corriendo para hacer la comida, intentando atender en todo momento al bebé, pero a veces es muy complicado.
Esto se repite día tras día y quiera la madre o no quiera, hay veces en que no da a basto. Se siente sobrepasada, agobiada y mala madre en ocasiones. Piensa que a otras madres les dará tiempo a todo y a ella no. Y por tener todos estos pensamientos, todavía se siente peor.
En otros tiempos y aún todavía hoy en día en otras culturas, la comunidad cuidaba de sí misma y de todos sus individuos. Las labores se hacían en conjunto, las madres se encontraban juntas y siempre había más de una amamantando o con bebés, por lo que compartían experiencias y dudas y otras mujeres más jóvenes o más mayores, cuidaban de que a éstas no les faltara comida, que pudieran descansar, alimentarse, etc. Pasados los primeros días y en función de la evolución de madre y bebé, la mujer que recientemente había sido madre se reincorporaba a los quehaceres diarios y cotidianos con su bebé cómodamente pegadito a ella con una tela confeccionada explícitamente para ello, de forma que estaba tranquilo, mecido, calentito y con el pecho a su alcance para cuando comenzara a tener hambre. Las mujeres más mayores se ocupaban de la limpieza y de la comida, mientras el resto se iba a trabajar. La nueva o nuevas madres no tenían que preocuparse de con quién o dónde dejabán al bebé ni se lo planteban, puesto que va dónde van ellas y todo se desarrolla día a día de la forma más normal.
Hoy en día, la madre tiene que dejar muy pronto al bebé. Con suerte pueda dejarle con su madre o con algún otro familiar, o bien con alguna persona que le cuide, pero es muy complicado, porque ¿sin conocer a esa persona cómo vas a dejar a tu hijo/a?, tienes a veces que “fiarte” y te quedas con una tremenda angustia. O bien como último recurso, están las guarderías, pero sabes que no puede tener la atención personalizada porque son muchos niños. ¿Y si el/la niño/a se pone enfermo?, la madre debe remover cielo y tierra puesto que, además de la preocupación normal y comprensible por la salud del bebé, no puede/debe faltar al trabajo, así que ve obligada a hacer malabarismos para ver con quién le deja, quién le lleva al pediatra y demás.
En muchos sentidos, por lo menos en cuanto a la crianza, el progreso ha sido y es un verdadero obstáculo, puesto que no podemos partirnos en muchas personitas y estar en todas las batallas cotidianas al unísono. Tal vez si bajáramos nuestro nivel de vida, puesto que no necesitamos tener un super coche para desplazarnos, sino un simple utilitario… o ver la TV en el comedor la familia reunida y no una tele en la cocina, otra en la habitación, etc. Quizás si los sueldos fueran más dignos, una pareja podría plantearse vivir con un solo salario y la mujer que así lo quisiera, podría dedicarse a cuidar y educar a su hijo, aunque tengan que “ajustarse un poco más el cinturón”. Con salarios más dignos, las personas paradas en busca de trabajo posiblemente descendería y el paro no sería tan alarmante y tal vez las familias fueran más felices, con una vida más sencilla, pero también más tranquila y hogareña.
A muchos todo esto les parecerá una barbaridad y pueda ser una forma de crearse enemistades, pero soy sincera, es lo que pienso.
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