sábado, 26 de septiembre de 2015

Hoy leemos: La vaca que se subió a un árbol

Hace bien poco que llegó a nuestra casa este álbum ilustrado gracias a la Editorial Picarona. Tenía muy buena pinta y así los pudimos confirmar a la primera lectura.


"La vaca que se subió a un árbol" se llama Tina y es tremendamente curiosa; le encanta explorar y descubrirlo todo... no puede entender cómo habiendo tantísimas cosas para ver resulta que sus hermanas prefieren hacer siempre lo mismo, comer hierba fresca y jugosa. Tina tiene siempre la cabeza llena de ideas maravillosas, pero sus hermanas encuentran todas ellas muy tontas... "¡Imposible!, ¡ridículo!, ¡tonterías!", le dicen siempre. Pero ella no se amilana por ello y continúa con sus ansias de explorar y descubrir todo.


Un día paseando por el bosque decide intentar algo nuevo ¿qué pasaría si subiera a un árbol?... dicho y hecho, así que comienza subir y a subir, arriba, arriba, hasta que llega a lo más alto y.. ¡no puede creer lo que encuentra!. ¿Qué encuentra?, pues algo que le llevará a experimentar más aún si cabe y que cambiará, no sólo su vida sino también la de sus hermanas, aquéllas que piensan que sus ideas son siempre muy tontas y que le dicen constantemente "¡Imposible!, ¡ridículo!, ¡tonterías!" (como veis cada vez lo dirán con la boca más pequeña, jejeje).

Me encantan los cuentos divertidos que van más allá de una simple historia para a través la palabra y la ilustración, dar una vuelta de tuerca a valores y enseñanzas. Es el caso de este álbum ilustrado, con el que se disfruta su lectura y que te deja un agradable sabor de boca, una sonrisa en los labios y a una Tina entusiasta y decidida en tu cabecita, que te mostrará que es importante seguir a tu corazón, independientemente de lo que digan los demás.


En resumen un álbum encantador, divertido, entusiasta, colorido y con no demasiado texto, por lo que además, es ideal para los primeros lectores.

Podéis encontrarlo, como os he dicho, de la mano de Picarona, escrito e ilustrado por Gema Merino merecedora del prestigioso Premio Macmillan a la Ilustración Infantil en el año 2011.

Si anteriormente, con otro álbum ilustrado, os decía ¡¡¡pon una Selma en tu vida!!!, ahora también os digo ¡¡¡añade a tu vida también a Tina!!!.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Su "nueva" habitación

Ya sabéis que Cucolinet cumplió años, ¡6 añazos!, nada más y nada menos.... cómo pasa el tiempo... La cuestión es que ya sabéis qué ocurre con la pintura de las casas, que cada cierto tiempo piden un lavado de cara, se estropea y no hay más remedio que arremangarse y darle a brocha y rodillo. Esta situación puede ser una excusa perfecta para renovar una estancia o para darle "otro toque" como ya dice a veces mi peque, que se ha hecho fan de Bricomanía y de Decogarden.

Iba a ser complicado pintar estando él por aquí, pero había que ponerse si o si, así que pensamos que la cercanía de su cumpleaños era el momento perfecto para renovar su habitación. En paralelo también yo le había estado dando vueltas a reestructurar los muebles y, en algún momento, cuando las circunstancias lo permitan, cambiaremos la mesa, con el fin de que tenga una altura adecuada a su edad, y pintaremos el armario... todo se andará, poco a poco.

Allá que nos fuimos a buscar pintura blanca y azul, siendo éste último lo más parecido posible a uno de los colores que tiene en los muebles. Pintaríamos una pared de ese azul y el resto blanco... Él cooperó en la medida en que lo puede hacer un niño que lo mismo está haciendo una cosa que otra, así que lo mismo pintaba aquí, que allá, que quería subirse a la escalera o coger rodillo y al segundo siguiente una brocha... esas cosas que suceden. La pintura resultó ser de esas que hay que esperar 24 horas antes de volver a dar la segunda mano... ¡¡¡oh, no!!!, justo cuando ya pensaba que ese día acabábamos. En fin, eso nos sirve para la próxima, que de todo se aprende.

Pero la cosa no iba a acabar ahí, porque el trabajo de pintura y renovación iba a ser parte de nuestro regalo de cumpleaños, pero para acabarlo y que fuera una sorpresa (como lo requería la ocasión) nuestro peque debía de ausentarse de casa. Casualmente (jejeje) recibió una invitación a comer de sus tíos, que por supuesto, acogió de muy buen grado, y así, nos quedamos un día echando a faltar al terremoto en casa.

Yo ya me había hecho la idea en mi cabeza: había bocetado, me había informado, comprado pinceles, pintura y todo lo preciso. Cuando llegué a casa, me puse la radio y allá que me dispuse a llenarme de pintura y subir nuevamente a escalera o donde fuera preciso. Comencé de nuevo a mover muebles y me quedé contemplando esa preciosa pared azulona que habíamos pintado con tanto esfuerzo (al quitar la cinta de carrocero, parte de la pintura se iba detrás y tuve que retocarlo todo con un pincelito y mucha paciencia). Regla, cuerdecita con peso a modo de nivel casero..., tiza y el boceto que había realizado. Primero comencé a fijarme en el boceto y después, como suele ser habitual en mí, dejé que me guiaran las musas.

Todo iba muy bien, hasta que llegó el momento de perfilar con los pinceles... ¡¡¡resultó ser mucho más difícil de lo que yo pensaba!!!, y es que pintar en gotelé... es HORROROSO, doy fe de ello. Cuando llevaba un par de horas, estuve apunto de abandonar, volver a destapar el bote la pintura azul, armarme de rodillo y volver a dejar la pared con ese azulón tan divino... Pero no, era para mi peque, me hacía mucha ilusión dar ese toque especial a su habitación y, tras respirar hondo, continué. Tenía que resolver de otra forma, había que dar prioridad a la sencillez aunque no resultara como yo me lo había imaginado y bocetado. Comencé a "resolver" cambiando continuamente de pincel y armándome de santa paciencia.

Tras casi 7 horas parando sólo a comer, y a falta de retoques, el pequeño mural estaba realizado. Tenía que limpiar, quitar cinta de carrocero y papel de protección, colocar de nuevo los muebles, ducharme y vestirme rápido para ir a recoger a nuestro peque. Sin olvidarme de tomarme un analgésico, porque tantas horas de pie, sobre escalera y adoptando posturas que me permitieran adaptarme al dibujo y a los relieves de la pared, me habían dejado baldada, pero había merecido la pena.

Cuando llegamos a casa, le dijimos que teníamos una sorpresa y se dibujó una gran sonrisa en su cara. Su padre le tapó los ojos antes de abrir la puerta y hasta que estuvimos dentro de su habitación y frente a la pared... Su cara borró todo mi cansancio de golpe... Se quedó maravillado y emocionado..., sus ojos brillaban de regocijo recorriendo toda la pared y su boca no podía abrirse más de sorpresa. A continuación, se lanzó sobre mí y abrazándome muy fuerte me dijo que era el mejor regalo de cumpleaños de toda su vida... No volveré a pintar algo así sobre gotelé, pero no me arrepiento nada de nada del trabajo realizado.

Así es su "nueva" habitación (la foto está tomada en modo perspectiva con el móvil y uniendo varias fotos, así que se desdobla en algún momento, pero más o menos se puede ver el resultado):


Sin embargo, además de los retoques y repasos posteriores, Cucolinet no quería que el gato fuera una silueta, quería que tuviera ojos, quería que tuviera cara, así que todavía me quedaba trabajo... 

Así fue más o menos el  proceso del mural:









Y días después, al tercer intento realizado (ya que no me convencía cómo quedaba el gato), por fin me gustó el resultado del gesto de nuestro minimo... el guardián de los sueños de Cucolinet:




De noche resalta tanto, que mi peque me preguntó si había utilizado una pintura especial para que se viera en la "oscuridad", jejeje.

Para ser la primera vez que hago algo así, estoy más que satisfecha, porque la emoción de la cara de mi peque colmó de sobra mis expectativas.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Hoy leemos: Plantando los árboles de Kenia

Este libro no es sólo un álbum ilustrado, puesto que se trata de la historia de Wangari Maathai, ganadora del Premio Nobel de la Paz en el año 2004 y fundadora del movimiento Cinturón Verde.

Escrito y bellamente ilustrado por Claire A. Nivola con unas extraordinarias y detallistas acuarelas en las que perderse. "Plantando los árboles de Kenia, la verdadera historia de Wangari Maathai", podéis encontrarlo publicado por Editorial Juventud.



Wangari vivía en una granja en las colinas del centro de Kenia cuando era niña, y la tierra en aquel entonces estaba revestida por un gran manto verde. Los árboles cubrían el paisaje y las límpidas aguas de los ríos estaban cubiertas de peces. La higuera estaba considerada como un árbol sagrado, por lo que Wangari no la molestaba ni recogía sus ramas caídas para utilizarlas como leña.

Creció impregnada de la belleza de su tierra por lo que decidió estudiar Biología cuando marchó a la Universidad en Estados Unidos. Cuando terminó sus estudios estaba deseosa de volver y de aplicar todo lo que había aprendido para ayudar a los demás. Pero allí encontró higueras cortadas, arroyos secos, plantaciones de té para exportar y ni sombra de las granjas de las cuales se alimentaban sus gentes. Debilidad y enfermedad. Sin árboles que retuvieran con sus raíces la tierra, la lluvia la arrastraba y el paisaje era árido.

Wangari partió de una idea simple, que además sería llevada a cabo por las mujeres: plantar árboles. Se pusieron manos a la obra y les enseñó cómo preparar el suelo, abonar, plantar, regar y cuidar las semillas y los plantones amorosamente. Fue muy duro, pero Wagari no se daba fácilmente por vencida y enseñó al resto de mujeres a no dejarse vencer. Poco a poco comenzaron ver el fruto de su trabajo, así que cuando ya tenían árboles y se precisaba cortar alguno, por cada árbol cortado, plantaban dos. Los hombres se unieron a ellas.

El movimiento fue más allá y Wangari distribuyó plantones en escuelas, enseñando a los niños a realizar sus propios viveros. Hizo lo mismo con las cárceles e incluso con los soldados. Tras treinta años desde que comenzara su movimiento fueron plantados treinta millones de árboles en Kenia.

"Cuando el suelo está desprotegido, está pidiendo ayuda, está desnudo y necesita que le vistan. Es la naturaleza del país. Necesita color, necesita su manto verde".

Wangari Maathai


Al finalizar su lectura podemos encontrar una extensa nota de la autora proporcionando más información sobre esta gran mujer y su Cinturón Verde.

Me ha conmovido profundamente la lectura de este álbum ilustrado, esta historia de afán de lucha, de superación... Un ejemplo de que pequeñas cosas pueden hacer mucho y que nunca debemos de pensar en que nuestras pequeñas acciones no sirven de nada, puesto que contrariamente a lo que podamos pensar, no se diluyen. Las maravillosas ilustraciones llenan de sosiego y de esperanza. He sonreído ante las madres con sus hijos al regazo y en portabebés tradicionales y con el ambiente de cooperación, concordia y complicidad en el momento en que todas a una, comienzan a trabajar centrándose en "su ahora".



En resumen... una historia y un álbum ilustrado ¡¡¡absolutamente fantástico!!!.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Hoy leemos: Un, dos, tres ¡Donde caben dos, caben tres!

Tenía pendiente una reseña y como lo prometido es deuda, aquí está:

Se trata de un álbum ilustrado muy peculiar con dibujos realizados según la tradición pintórica de los gond, de la India Central, en donde se invita al niño (y al adulto) a encontrar los animales que van apareciendo y subiéndose al árbol. Éste crece y crece a lo largo de la historia con el fin de albergar a todos y cada uno de los animales que se refugian entre sus ramas.


Un, dos, tres ¡Donde caben dos, caben tres!, es de Intermón Oxfam Ediciones. Escrito por Anushka Ravishankar y Sirish Rao e ilustrado por Durga Bai, una joven artista de la tribu de los gond. Estas tribus realizan sus pinturas en las paredes de las casas y en ellas muestran escenas cotidianas de la vida y del trabajo, así como de los animales y de cómo vivimos los seres humanos en la naturaleza.

Este álbum ilustrado es un libro de números, de dibujos, pero también es un libro para contar, un cuento para dormir, una fábula de cómo vivir juntos. Un álbum para jugar y descubrir. Una auténtica preciosidad.

Nuestro Cucolinet eligió este álbum el día de su sexto cumpleaños cuando se despertó, así que lo leyó junto con su padre y yo me dediqué a mirarles embobada viéndoles disfrutar del momento.




viernes, 4 de septiembre de 2015

Hoy leemos: Vivo en una casa malva

Quien pase por este blog con más o menos asiduidad y lea mis reseñas ya se habrá dado cuenta de que reseño cuentos divertidos, que dan mucho juego, y también los que nos llegan muy adentro, transmitiendo y tocando la fibra sensible. Disfruto de todos y cada uno de los cuentos que entran en nuestra casa y todos nos son valiosos, pero unos nos transmiten más que otros, por unos motivo u otros.


En este caso os hablo de "Vivo en una casa malva", uno de esas historias con mucho trasfondo. La primera imagen en la historia que recrea este álbum ilustrado es una fachada de una vivienda, con una venta en la que se ven apoyadas dos manitas infantiles.. en la segunda ilustración vemos de cerca esa ventana y también la cara de niño. La ventana le deja ver más allá pero también le separa del mundo exterior. A continuación nos va contando que también tiene una pared, que le separa del resto sin que nadie pueda mirar cómo está; un techo que le protege del agua, del granizo... que oye en el techo, pero no llega a él, como antes, cuando oía ruido y alguien podía llegar a tocarle... Ahora también tiene una cama, donde duerme seguro y calentito, casi casi, como un tierno y amoroso abrazo. El niño tiene la opción de atravesar la puerta que le separa de todo y que antes le daba miedo atravesar, pero ahora, se siente más seguro, sabiendo lo que tiene y lo que le protege y que va a seguir ahí, se atreve con el tiempo a cruzar... Al lado de su puerta, a lo largo de los pasillos, hay otras puertas... y tras ellas, otros niños y otras historias...

Es una historia para niños mayores, aunque los pequeños simplemente podrán disfrutar de las preciosas ilustraciones a acuarela y dejarse llevar por la imaginación y contemplar su mundo como lo hace él. Pero se adivina tras todo ello una historia dura, muy dura, aterradora, de la que algunas mujeres no salen vivas... hablo de la violencia de género. Un álbum ilustrado para contar como recurso educativo para la igualdad y la prevención de la violencia de género.

"La llamada "Casa Malva" por el color de sus paredes, es un edificio levantado en Gijón para servir de refugio a las mujeres que fueron víctimas de maltrato, así como a sus hijos e hijas. La vida de estos últimos y la importancia que tiene para la infancia la presencia de un hogar de referencia es el motor de esta historia".

Podéis encontrarlo de la mano de Pintar-Pintar Editorial y está escrito por Iris Díaz Trancho e ilustrado por Feliciano García Zecchin.

Por último citar también las dedicatorias de ambos autores ya que me han conmovido mucho:

"Para tí esta ventana, Julia"
Iris Díaz Trancho

"A mis amigos, 
los enemigos de la violencia"
Feliciano García Zencchin.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Frenillo lingual

Cuando me enteré que estaba embarazada tuve miedo, mucho miedo... tras años de intentos e ilusiones sin resultado, había claudicado y había borrado de mi mente la idea de ser madre. Pero la naturaleza nos sorprendió y conforme nuestro bebé se formaba y crecía dentro de mi útero, volvieron a mí las ilusiones. Una de ellas era tener una larga y feliz lactancia. Pero una cosa es lo que uno tiene en mente y otra muy distinta es cómo va transcurre el día a día.

Nuestro Cucolinet nació y la lactancia no se estableció con éxito... mis visitas al centro de salud eran casi continuas buscando una ayuda que no llegó. Nadie pensó en examinar si podía existir un problema de frenillo lingual que le impidiera un buen agarre y una buena succión, sólo me ofrecían suplementar con lactancia artificial para que yo pudiera descansar.

Pasaron algunos meses y comencé a informar al pediatra que podía tener frenillo... pero por una razón u otra no lo examinaron rigurosamente. El titular causó baja y comenzó un desfile de pediatras que duró años (y no estoy segura de que no continúe todavía dicho desfile). Tras varias discusiones con la persona que más estuvo en el puesto, me dejó claro que ya se vería más adelante si tenía problemas en la pronunciación.

Llegó la época escolar, y le indiqué a su profesora que habíamos notado en casa la dificultad para pronunciar ciertos fonemas, pero como está en la línea de valenciano, sólo había notado ciertos problemas en la pronunciación de la "R", cuya dificultad conlleva que no sea correctamente pronunciada hasta los 5 años. Quedaba en observación e iríamos hablando, porque por un sólo fonema no les pasaban a logopeda.

Pero comenzó el último curso y un poco ya desesperada volví a insistir, como tantas otras veces, no sólo era la "R", también ofrecía dificultad con "C", "Z" e incluso la "L" (que no habían notado puesto que en valenciano su pronunciación es bastante similar a la "S"). Realizando pruebas y ejercicios en casa (ayudada por una amiga terapeuta y una de sus compañeras, a las que le agradezco de corazón su amabilidad) habíamos podido comprobar que la movilidad de su lengua era limitada, no pudiendo elevarla ni lamerse el labio superior. Por fin pasó a logopeda que confirmó lo que yo ya sabía. Pensaba que tal vez con ejercicios se subsanaría, así que comenzaron sus visitas en los horarios de clase.

Pero pasó el trimestre y el frenillo no cedió y su pronunciación seguía igual. Por fin con un informe de logopeda volvimos al pediatra que nos derivó al especialista correspondiente. Confirmación de lo que ya era evidente. Lista de espera y por fin, ayer día 1 de Septiembre, la operación. Una intervención "sin importancia", sencilla, breve... Pero cuando nos informó el cirujano el curso de la operación, e indicarnos que llevaba puntos me sorprendí y asusté... no nos habían dicho nada de puntos y así se lo indiqué. La respuesta del cirujano fue "si, le hemos dado 3 puntos, pero es que esto normalmente se lo hacemos a niños de meses y con estas edades ya, no es lo mismo, todo está mucho más endurecido y no es lo mismo cortar, ofrece más resistencia, se sangra más... hay que dar puntos"... Me volví a indignar... lo pasado pasado está, pero volví a indignarme. Volví a preguntarme por qué en algunas ocasiones algunos profesionales de la salud no hacen caso a las madres que estamos las 24 horas, día tras día con nuestros hijos ¿quién les va a conocer mejor?.

El tiempo que tuvo que esperar para poder beber agua tras un ayuno de 7 horas, el dolor, el mal sabor de boca... allí estaba esperando, muy serio, muy quieto... eso no era nada normal. Ni teniendo fiebre alta se le nota distinto en su forma de actuar, porque sigue activo jugando sin parar, pero el dolor... ya es otra cosa. Se quejaba y lloraba a veces pidiendo agua y diciendo que le dolía. Acabó sentado y acurrucado sobre mí, mientras le tapaba con la manta porque el aire acondicionado estaba muy alto (nunca entenderé porqué en los hospitales está tan alto). Tras la dosis de analgésico, el agua y tras un ratito, un zumo, parecía que volvía a ser de nuevo él. Por fin podíamos irnos a casa.

Ahora ya ha pasado, pero está incómodo, tiene dolor, no puede comer de todo y deben pasar unos cuantos días para que se encuentre mejor y vuelva todo a la normalidad. Con el inicio del curso volveremos a pedir cita con la logopeda para informarle y le esperan nuevamente visitas a su despacho para realizar la correspondiente reeducación y rehabilitación con el fin de tonificar y educar a un órgano hipotónico debido a su movilidad limitada hasta ahora a causa de un frenillo que nadie quiso revisar a pesar de mis continuas peticiones a unos y otros, porque "parecía que no le tenía que ofrecer dificultad".

Sé de zonas donde lo normal, en cuanto una madre tiene problemas con la lactancia, es revisar debidamente el frenillo lingual y poner medidas si fuera necesario... aquí me encontré con la versión opuesta de los profesionales médicos. No puedo evitar preguntarme, tal y como decía un amigo, si acaso existirán dos ramas distintas de la medicina y por ello tal diversidad de métodos y opiniones. Ésta es la segunda vez que pasa por cirugía y la segunda que lo hace a destiempo, más tarde de lo que debería haber sido (AQUÍ contaba la primera), ... esperemos que no ocurra más.


Ahí sigue y seguirá la espinita de la lactancia esperada y que no tuvimos, pero pronto pronunciará debidamente y será el primero que se sentirá orgullosísimo de sus logros, y sus padres con él.

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